Me dio la vida en su amplitud la herencia
de ser hijo de Dios, seguir su huella
me dio para entender la trascendencia
del amor, de la rosa y de la estrella.
Del equilibrio sano, de los pasos
de aquello que apuntala y determina
a no expirar detrás de los fracasos
y a recordar que hay luz tras la neblina.
Que hay otra amenidad, otro motivo
otro cielo, otro ritmo, hay otra cumbre
un puente que cruzar y un objetivo
para avivar el fuego de la lumbre.
Me dio la vida este sentir abierto
para esquivar del miedo las dobleces
me dio la mente clara y el acierto
para crecer después de los reveces.
Retando cada hora el mecanismo
del tiempo que deshoja el calendario
sabiendo al escribir que soy yo mismo
en medio de la risa o del calvario.
Me dio la vida en fin lo que estimula
a darle al pensamiento sensaciones
y fuerzas a una fe que confabula
atando a mi quehacer las obsesiones.
Me dio para aprobar la asignatura
de un tesón que desborda los esquemas
y me dio sin calmar esta locura
de arrancar a la noche los poemas.
Ernesto Cárdenas.
de ser hijo de Dios, seguir su huella
me dio para entender la trascendencia
del amor, de la rosa y de la estrella.
Del equilibrio sano, de los pasos
de aquello que apuntala y determina
a no expirar detrás de los fracasos
y a recordar que hay luz tras la neblina.
Que hay otra amenidad, otro motivo
otro cielo, otro ritmo, hay otra cumbre
un puente que cruzar y un objetivo
para avivar el fuego de la lumbre.
Me dio la vida este sentir abierto
para esquivar del miedo las dobleces
me dio la mente clara y el acierto
para crecer después de los reveces.
Retando cada hora el mecanismo
del tiempo que deshoja el calendario
sabiendo al escribir que soy yo mismo
en medio de la risa o del calvario.
Me dio la vida en fin lo que estimula
a darle al pensamiento sensaciones
y fuerzas a una fe que confabula
atando a mi quehacer las obsesiones.
Me dio para aprobar la asignatura
de un tesón que desborda los esquemas
y me dio sin calmar esta locura
de arrancar a la noche los poemas.
Ernesto Cárdenas.
1 comentario:
Si así sientes, eres dueño de una gran riqueza.
Pero al nombrar a Dios y su dadora, generosa forma de ser
tienes el derecho y porque no decirlo, también la obligación
de ahondar más en lo que significa, obrar a través de la fe en Él.
Todos debemos crecer en ese aspecto.
¡Bellas estrofas has escrito!
Un saludo
Aurelia.
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