sábado, 2 de marzo de 2019

Los remordimientos...

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Pintura de Nerón …John William.


Los remordimientos son reminiscencias de un error, sucesos de una sombra, un daño causado por nuestra flaqueza o por nuestra maldad a otro ser, haya sido involuntario o no, son voces internas de una conmoción, de un yerro que vuelve en olas por un dolor que provocamos en un pasado, por nuestra incomprensión o por nuestra ignorancia, de una acción cometida que inflexible hoy se nos presenta como una impiedad, como algo que provocamos, por irreverencia, por estupidez o por canallada.
Los remordimientos susurran en la noche, memorizan una acción injusta, una fealdad en nuestro itinerario, una reminiscencia que anuncia, que descubre un abuso cometido, o simplemente aquello que apuramos para un atropello y hasta para un crimen.
Son los agujeros negros de la mente, remembranzas de lo que un día lastimamos, son fantasmas que trepan por las horas y dejan una culpabilidad en el alma y en los pasos.
Algunos episodios diría que los más son desconocidos, porque están profundos, porque nadie los indaga y a nadie le importa, pero hay otros que tienen expedientes, son célebres, son remordimientos famosos de la literatura y de la historia y quiero compartirlos, darlos a la luz.
Uno de esos remordimientos es el de Nerón, y nos guiamos por los anales de Tácito para conocer lo que sucedió en esos tiempos del poderío romano, cuando este emperador con apenas veintiún años planeó y llevó a cabo el asesinato de su madre Agripina la menor, a la que mandó fuera quitada del medio por pretorianos bajo su mando, nos cuenta Tácito, que ésta al ver su lecho rodeado de puñales y de espadas, gritó abriendo su túnica y señalando su parte baja del abdomen, --- Hiéreme aquí, hiéreme en el vientre --- como desafiando al centurión a que desgarrara esa parte por donde había nacido quien ahora la mandaba a matar.
Luego nos cuenta que esa noche Nerón no pudo dormir, se quedó como mudo, acongojado, en busca de las luces de los candelabros por temor a las sombras, a la conciencia, por temor a su maldad.
Hay una pintura de John William que lo retrata en ese momento terrible, donde se contempla a Nerón sobre un triclinio con las manos en las mejillas y la mirada perdida, sin concentración para no ver su crimen.
Otro remordimiento muy conocido es el de Honoré de Balzac, cuando enamoró y conquistó a Mme de Berny, mujer mucho mayor que él y que lo ayudó en todo para sus sueños y que luego abandonara, eso mas tarde le causó remordimientos y siempre llevó a cuestas esa pena, y hasta se dice que su novela “El lirio en el valle” la escribió pensando en ella, para descargar de su alma aquella sombra.
Hay un remordimiento que aún muchos años después está sumido en el misterio, es el de Alejandro l zar de Rusia, que permitió que los soldados mataran a su padre el zar Pablo l a patadas para llegar al trono, si bien es cierto que el zar Pablo l estaba loco su muerte fue sumamente trágica y cruel, tanto que el joven Alejandro l quedó impresionado, y en el año de 1825 en un viaje a Crimea se dice que murió, aunque su tumba abierta un año después se encontró vacía.
Se comentaba en aquellos tiempos que Alejandro l fingió su muerte, para peregrinar agobiado por los remordimientos por la Siberia, como un monje con el nombre de Fiódor Kuzmich.
Hay una tragedia griega de Sófocles, que se llama “Edipo rey” en donde este, por mal interpretar las palabras del oráculo de Delfos se casa por error con su madre Yocasta y mata a su padre Layo, y Edipo al enterarse del hecho se arrancó los ojos para no ver su crimen, ni a los hijos que había engendrado con su madre.
En fin, los remordimientos son esencias humanas para castigar, para que el hombre no se repita en los vicios, en las virulencias de una vida ingrata, para que exista un freno, una superioridad moral que lo limite, que lo haga observar la realidad sin espejismos y se arrepienta de su perfidia, para que renazca de nuevo con otro corazón, y para que se mire de frente en el espejo de su discernimiento.

Ernesto Cárdenas.