martes, 16 de julio de 2019

Si no existiera Dios...

Si no existiera Dios cual fuera el hecho
de este cruzar la vida en forma vana
sin un sueño expectante, sin provecho
para esperar el sol cada mañana.

Para darle razón a cada cosa
a cada creación como alabanza
para entender la flor, la mariposa
para abrigar por dentro una esperanza.

Si no existiera Dios fuera la escarcha
un epitafio eterno, lo sombrío
en el alma sin luz, fuera la marcha
constante de un sopor hacía el vacío.

Fuera otra adversidad, lo despectivo
sin nada para atar las sensaciones
fuera habitar un mundo negativo
fuera olvidar que existen emociones.

Esas que en la palabra recibimos
por la escritura en fin como evidencia
esas que nos aguardan si cumplimos
las leyes del amor y la clemencia.

Que abren ventanas a lo que esperamos
para dejar a un lado las querellas
por la fe, por el goce que ganamos
al seguir natural las santas huellas.

Si no existiera Dios, nada tendría
sentido a lo que miras o que nombras
no habría corazón ni poesía
si no existiera Dios fuéramos sombras.

Ernesto Cárdenas.

lunes, 15 de julio de 2019

A Julián del Casal… Sextetos endecasílabos.

La vida de Julián del Casal fue un abismo, fue un escape a su horizonte, fue una conjunción del genio literario con la sombra, del conflicto de la mente con su sino.
Tal vez el más triste de los poetas cubanos del siglo XlX y el menos profundamente comprendido.

A la memoria de Julián del Casal…

Hastiado de éste mundo y de sus cosas
no quiso contemplar las mariposas
de una ilusión para encontrar salida
a toda esa nostalgia de su marcha
donde perdió en la opalina escarcha
el entusiasmo pleno de la vida.

Era el concepto de una cima oscura
de ese nihilismo que roza la locura
era lo raro, la razón sin causa
para ese divagar entre la gente
que nunca imaginó tras lo aparente
lo cruel de su evasión sin tener pausa.

No esperó nada del futuro incierto
su ruta era la ruta del desierto
del fúnebre tañer de una campana
hundido en el dolor de su poema
que le dio marco triste a ese dilema
inmenso de su noche sin mañana.

Y así una tarde sin salir del drama
ajeno del clamor y de la fama
se escapó raudo atado al absoluto
calvario de su pena y de su estrella
para dejar con su angustiosa huella
la historia de su verso y de su luto.

Ernesto Cárdenas.

domingo, 14 de julio de 2019

El trovador medieval

Nada ha llamado tanto la atención de los historiadores modernos como  el misterio de los trovadores que con sus himnos, sus versos y sus canciones abrieron las puertas a un idealismo diferente, en un idioma intrincado, complejo, en una manera de comunicar las cosas embrollando, enmarañando el concepto para escapar de la mirada, de los oídos ajenos a su verdadero sentido estructural y emocional, que al parecer era su invariable y concebida meta.Y ese versar, esa forma de actuar de los trovadores entre rima y melodía sentó las bases para la expansión de la cultura, de la caballerosidad, en una época difícil en donde hasta los reyes eran analfabetos.
La trama, lo inescrutable de éstos hombres (según Gérard de Sede en su libro, “El tesoro Cátaro”) es que durante 400 años recorrieron los caminos, primero del sur de Francia y luego de Europa reiterando el mismo principio, frecuentando el mismo argumento una y otra vez.Imaginen a cientos de poetas cantar a una dama que no tenía nombre, solo seudónimos como “La verdadera luz,” “Rosa bermeja” etc. vagar por todo el mundo antiguo con su laúd al hombro clamando por un amor imposible, detrás de una mujer jamás visualizada, como un versar para un sueño, para un símbolo o como un estertor, un dolor ante una esperanza sin mañana.
Era lo que se conocía en ese momento como el amor cortés, un amor entregado, desinteresado, que por medio del lirismo se hizo trova y hasta la misma palabra “Trova” en su etimología, significa buscar, encontrar, o simplemente expresar en tropos, en giros de palabras otra realidad detrás de lo aparente.
O sea, los trovadores medievales no eran claros, ocultaban algo en sus rimas, eran poseedores de un decir clandestino, de un mensaje solo conocido por ellos y transmitido por medio del lenguaje figurado a lo que ellos llamaban “Trobar clus” y clus en su etimología también significa cerrado, o mejor dicho poema hermético, vedado para los no entendidos.
Es largo el tema, y solo concluiré diciendo que muchos autores modernos los mezclan con los Cátaros, porque fueron contemporáneos con ellos y porque la palabra “dama” era también sospechosamente el mismo nombre que esos religiosos daban a su iglesia desaparecida por presiones del papa y por las guerras, que al parecer los exterminaron con la toma de Montségur  en las llamadas cruzadas albigenses.
Se cree que esos poetas, esos tristes trovadores eran con sus versos sacerdotes, gritos de angustia, quejas desde el fondo de sus almas por la dama, ¿la iglesia cátara?... perdida para siempre en medio de una época, donde los libros y los hombres eran pastos de las llamas cuando no aceptaban la religión católica imperante, férreamente establecida a sangre y fuego.

El trovador medieval…

Giraron el lenguaje, complicaron
la forma transmutando el pensamiento
y en esa intensidad ejecutaron
un rito más allá del argumento.

Se ataron a su magia en sus dicciones
cifraron su hermetismo a un ministerio
a un arcano confuso en sus canciones
secretas que indicaban un misterio.

Con una acción distinta en el esquema
sellado de un trovar ambivalente
mudaron el idioma a otro sistema
oscuro, retorcido y disidente.

Y así durante siglos repitieron
la misma percepción, la misma causa
sin cambios en el arte que cumplieron
detrás de una pasión sin tomar pausa.

Nadie supo el por qué de aquél empeño
cerrado sin dar luz, sin dar la llave
sin dar la conclusión a ese diseño
oculto sin el rastro de una clave.

Para ese seguimiento de un delirio
antiguo que saltó sobre lo ido
sobre una realidad, sobre un martirio
que no pudo quedar en el olvido.

Tal vez fueron la voz de esa notoria
idea para un cauce y una senda
un enigma quizás para otra historia
en tropos de un decir… a quien lo entienda.
 
Ernesto Cárdenas.
 

¿Quien es?

Que motiva mi ser a otros arcanos
a otra ruta, a otro tiempo sin sentido
porque vuelve mi sueño a otros lejanos
paisajes de lo extraño y de lo ido.
 
De otro lugar tal vez, de otro suceso
pretérito de un alma en otra historia
de otra emoción distinta y de otro obseso
que aún sigue martillando en mi memoria.
 
Quien anda en realidad tras de mi rima
con tantas remembranzas del pasado
de que lugar sin nombre, de que clima
viene esta conmoción y este legado.
 
Este vagar antiguo de otra vida
que llega de otro siglo y otro acuerdo
de otra ilusión que luego en la partida
siguió sin perecer en el recuerdo.
 
Quien ronda al fin, quien junto a mi se esconde
e intenta atar mi letra a su universo
por qué tras mis preguntas no responde
oculto en los rincones de mi verso.
 
Tal vez sea un empeño, algo que reta
la sombra del destino en sus motivos
y aún muerto no se olvida que es poeta
rimando por el mundo de los vivos..
 
Ernesto Cárdenas.

sábado, 13 de julio de 2019

No pido mucho...

No pido mucho solo amar a fondo
sin llamativas formas o colores
buscar la realidad allá en lo hondo
del alma donde existen los valores.
 
Vivir tranquilo sin agitaciones
con esta decisión en la que ajusto
aquello que señala en sus funciones
la paz serena donde estoy a gusto.
 
La vida firme me dotó de escudo
para enfrentar al mundo en su sentencia
y no olvidar al fin que el golpe rudo
cincela en el camino la experiencia.
 
Porque hace clara la razón, la ruta
del paso sin buscar confrontaciones
y da para entender eso que enluta
al hombre si le faltan convicciones.
 
No pido mucho solo ser yo mismo
con libertad de acción en mis dilemas
con mi luz, mi ilusión, mi propio abismo
con mi Dios, con mi sueño y mis poemas.
 
Ernesto Cárdenas.

Para ese amor...

Para ese amor que tengo y que no tengo
que invento desde siempre en mi mentira
para ese amor ésta ilusión sostengo
divina en la esperanza que delira.

Para ese amor que llega y que no llega
que sabe de mi verso y mi manera
para ese amor que entrega y que no entrega
su beso sorprendiendo mi quimera.

Para ese amor pequeño que engrandece
el sueño de mi noche en el motivo
para ese amor que grita y que enmudece
por dentro recordádome que vivo.

Para ese amor que viene y que no viene
sin nombre todavía, sin figura
para ese amor que nunca se detiene
sonando el cascabel de mi locura.

Para ese amor que siento y que me siente
arando soledad en mis dilemas
para ese amor presente pero ausente
para ese amor escribo mis poemas.

Ernesto Cárdenas.

Una esperanza...

Yo mismo no descifro esto que siento
que muerde mi razón, mi coeficiente
bajo esta expectación y este argumento
que pone en mi quehacer siempre el torrente.

Pone en mi realidad y en mis antojos
la fiebre que derrama hasta el mercurio
pone la voluntad en los arrojos
del alma sin temor ante su augurio.

Ante esta acción tremenda en que deformo
las ansias con mi grito y con mi fiera
con prisas en mi afán donde transformo
mi empeño por lo suyo en una hoguera.

Y no importa al final si andando enredo
la sombra en mi obsesión con la conciencia
si me desboco, martirizo o quedo
perdido en la espiral de la demencia

Ni que otro amor dibuje en otras lunas
susurros con azúcar y promesas
y digan las palabras que oportunas
invitan a los besos y a las fresas.

Seremos por encimo lo distinto
de aquello que define y que rebasa
seremos el final del laberinto
la esencia de la rima y de la brasa.

Yo mismo me trastorno en el suspenso
tratando de calmar mis emociones
tratando de impedir cuando la pienso
me abrumen pecadoras tentaciones.

Por abarcarla toda en un destello
en un tenaz motivo de absorberla
y en una conmoción donde atropello
mi propio corazón por poseerla.

Por darle una salida a mi coraje
a mis astros que anuncian conjunciones
para encontrar la ruta a su paisaje
buscando tras las pieles combustiones.

Por definir unidos un axioma
un milagro que incline la balanza
por escribir por dentro en otro idioma
y hacer de cada frase una esperanza.

Ernesto Cárdenas.