sábado, 13 de julio de 2019

Una esperanza...

Yo mismo no descifro esto que siento
que muerde mi razón, mi coeficiente
bajo esta expectación y este argumento
que pone en mi quehacer siempre el torrente.

Pone en mi realidad y en mis antojos
la fiebre que derrama hasta el mercurio
pone la voluntad en los arrojos
del alma sin temor ante su augurio.

Ante esta acción tremenda en que deformo
las ansias con mi grito y con mi fiera
con prisas en mi afán donde transformo
mi empeño por lo suyo en una hoguera.

Y no importa al final si andando enredo
la sombra en mi obsesión con la conciencia
si me desboco, martirizo o quedo
perdido en la espiral de la demencia

Ni que otro amor dibuje en otras lunas
susurros con azúcar y promesas
y digan las palabras que oportunas
invitan a los besos y a las fresas.

Seremos por encimo lo distinto
de aquello que define y que rebasa
seremos el final del laberinto
la esencia de la rima y de la brasa.

Yo mismo me trastorno en el suspenso
tratando de calmar mis emociones
tratando de impedir cuando la pienso
me abrumen pecadoras tentaciones.

Por abarcarla toda en un destello
en un tenaz motivo de absorberla
y en una conmoción donde atropello
mi propio corazón por poseerla.

Por darle una salida a mi coraje
a mis astros que anuncian conjunciones
para encontrar la ruta a su paisaje
buscando tras las pieles combustiones.

Por definir unidos un axioma
un milagro que incline la balanza
por escribir por dentro en otro idioma
y hacer de cada frase una esperanza.

Ernesto Cárdenas.

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