sábado, 1 de julio de 2017

Pericles...

Pericles fue un político y militar ateniense, que tiene entre sus logros haber derrotado a los persas en las guerras médicas y con eso salvar a Europa, pero también fue un orador famoso en su tiempo por su palabra grave, culta y sus ideas profundas, protegió las artes y nunca su virtud ni su honradez estuvieron en dudas, fortaleció la democracia como nadie antes, pero por sobre todo eso, se le conoce por haberle dado a la ciudad de Atenas su más conocido esplendor, al construir encima de arcaicas ruinas la mayor obra de Grecia, aquello que a pesar del tiempo y el maltrato por las guerras contra los turcos, aún permanece vigente como un logro de belleza y de esfuerzos hoy difícil de superar, porque la Acrópolis es lo que más que se recuerda de Grecia, y sobre todo el Partenón, erigido por el arquitecto Calícrates y decorado por el mejor escultor de la antigüedad que no era otro que Fidias, y este Partenón es lo primero que se admira al llegar al lugar, o simplemente verlo en alguna fotografía panorámica, en fin, para no alargarme ante tanta magnificencia, mi poema.

Pericles y el proyecto fascinante
del Partenón insignia en el prodigio
al ática cambiaron el semblante
pasado por grandeza y por prestigio.

De habilidad política tremenda
benéfico en las artes que hoy se aprecia
ilustre fue genial en la estupenda
cultura inspiradora para Grecia.

Su lucha fue violenta y compasiva
para alcanzar su meta y su destino
y un alma visionaria y sensitiva
rozando sin saberlo lo divino.

Y quiso construir un monumento
pentélico, sagrado, reluciente
dejando así al morir un testamento
al mundo sin tener antecedente.

Que fuera lo notable, lo distinto
solemne para todos, (memorable)
hierático, que fuera aquel recinto
a Palas venustez inimitable.

Y comenzó la obra quijotesca
de formas en el mármol perdurable
la obra diferente, gigantesca
la obra en su ideal inmensurable.

Fue el triunfo de una raza, de un encanto
del mazo dando hechura al alabastro
fue el triunfo del esfuerzo y de ese canto
sublime en el exceso como un astro.

Lo eximio, lo agradable, lo exquisito
lo óptimo, soberbio, lo selecto
sin dudas algún trozo de infinito
robado en el afán a lo perfecto.

Era el primor a Palas Atenea
el templo construido a la hermosura
era la gracia, el cisne que aletea
y la fe desplegando arquitectura.

Una razón, tal vez una maniobra
de Fidias contemplada por Esquilo
una visión fastuosa de la obra
de magia relevante en el estilo.

Tal vez supo Pericles el futuro
o en Delfos tuvo signos verdaderos
supo alcanzar la gloria en un conjuro
supo por Zeus los frutos verdaderos.

Supo retar el miedo y los vestiglos
impávidos de fuerza en las arcanas
oscuras realidades que en los siglos
grabaron su destino en los mañanas.

Supo de luz, de vidas de otras vidas
del hombre que se eleva con sus sueños
y almas de otras almas en medidas
magníficas de brillo en los empeños.

Supo alcanzar del tiempo los convenios
altivo en su sitial para la historia
supo anidar su nombre en los milenios
supo quedar por siempre en la memoria.

Ernesto Cárdenas.

No hay comentarios: