Vengo de más allá, de otra memoria
que caminó en su noche lo inaudito
quizás de un sortilegio en esa historia
extraña de buscarla hasta en el
grito.
Tras la emoción exacta, tras la meta
de rubricar con fiebre
los fervores
de ser un terco loco, ese poeta
que descubrió en su risa
los colores.
En la tarde, en el alba, en infinitos
motivos de las
aves y las rosas
en las grafías de los manuscritos
y en el mensaje de
las mariposas.
Vengo a retar la ausencia, a ser una
conmoción para
un rito en la alborada
vengo a bruñir espejos en la luna
y a encontrar mi equilibrio
en su mirada.
Para encender los símbolos, los leños
del
santo, del guerrero, del que peca
y a descifrar las voces de los sueños
que son rumor de adentro y biblioteca.
Vengo como ya dije de un
latente
innato frenesí donde liberto
las ansias porque soy sencillamente
un alma de otro siglo que no ha muerto.
Ernesto Cárdenas.
miércoles, 5 de julio de 2017
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