de un amor, de un
arrullo que será diferente.
Uno de esos
amores que son rima y medida
de un poema de
adentro que le canta a la vida.
Tras el claro
motivo de un prodigio que aúna
nuestras almas a
un salmo que conoce la luna.
Que nos llena de
mimos parodiando ese afecto
envolvente de un
beso para un rito perfecto.
Vengo alegre en
la senda avivando la llama
de lo suyo en la
noche porque sé que me ama.
Me lo dice el
instinto, lo repite el esmero
de un empeño
sagrado donde sueño y la espero.
Donde nada me
aparta, donde nada disloca
ésta rabia que
sabe el sabor de su boca.
Esta eterna
emergencia de encontrar la completa
armonía que
invita a palpar su silueta.
Vengo al fin
decidido a enredarla en mi lecho
Y a fundirla aún
delirio como nadie lo ha hecho.
Ernesto Cárdenas.
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