domingo, 21 de enero de 2018


 

 

Meditaciones sobre la reencarnación… Feb—12--2012

 

Pienso que las cosas en el tiempo pueden ir motivándose, purificándose con las experiencias y volver luego de la muerte con otra realidad, con otra forma para recomenzar a limpiar manchas, a filtrar aguas pasadas, para ir mejorando, purgándonos una y otra vez, ascendiendo, sacudiéndonos de sombras, atravesando desatinos, pifias en la historia, negligencias en el rumbo, para completar exámenes del alma y de la conciencia, necesarios para corregir inexactitudes, para deshollinar inobservancias tras el moho antiguo del pecado.
No se puede llegar a la real evidencia de lo supremo con irregularidades y con imprecisiones, no se puede entender el absoluto de arriba si hay brumas, si hay señales de un error, de una extremidad de nuestras lacras, de nuestros vicios, en un lugar donde todo es cristalino, donde todo es sagrado.
Pienso que no se puede pasar a esa morada de Dios con una informalidad en la conducta sin enjugar, sin bruñir para cruzar esos horizontes, para llegar finalmente a la cúspide, al cenit del misterio, donde nos espera la verdadera razón de nuestro aliento, de nuestra existencia, porque de lo contrario llegaríamos como seres imperfectos, como artificiales figuras, como paradojas de una adulteración, y eso va en contra de la sabiduría, de la omnipresencia, de las leyes de la lógica divina de aquél que nos creo, que nos hizo a su imagen y semejanza para un retorno final ya sin resabios y ya sin tachas.
Pienso que la vida solo así vale la pena, entrando y saliendo de la misma, cada vez con menos lastre, porque nos arregla en el camino, porque nos prepara, porque justifica los remordimientos, los gazapos, la manera de hay veces añorar otro momento, otro lugar perdido en la memoria, y en la noche donde late otro recuerdo, otro mundo que entre nebulosas nos envuelve y nos indica sin develar otra latitud, otro lugar hoy sin reminiscencias, donde estuvimos un día, y donde habitamos con otra identidad y otra apariencia.
Pienso que hay un plan divino, hermoso que al final nos unirá siendo mejores, que nos dotará con nuevo corazón para amar en grande y para entender ya entonces para siempre…el misterio dimensional y emocional de nuestro paso por la vida.

Ernesto Cárdenas.

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