viernes, 2 de marzo de 2018

Nunca el peldaño.

Lo de afuera siempre afecta
cuando ignoramos valores
cuando nada nos proyecta
relámpagos interiores.
 
Cuando observamos los otros
corazones de las gentes
olvidando que en nosotros
hay conmociones pendientes.
 
Para cultivarnos más
para reparar errores
para alejar el compás
del mundo con sus furores.
 
La vida es según la forma
que le demos en la marcha
para escapar de la horma
de lo vulgar con su escarcha.
 
Con claro razonamiento
sin rincones negativos
que nos da el discernimiento
para trazar objetivos.
 
Pues cada cual en su ruta
es la brasa o el granizo
cada cual es lo que enluta
su después por lo que hizo.
 
Por su conducta en la vida
que le marca un episodio
con su risa o con su herida
con su amor o con su odio.
 
Y aunque seas un rufián
no importa lo que adulteres
porque tus actos dirán
lo que fuiste y lo que eres.
 
Pues no hay culpa en el de afuera
si obtuvimos un fracaso
si abrazamos la quimera
del tumulto a nuestro paso.
 
Todos somos vulnerables
bajo la surte en acecho
todos somos responsables
por la acción y por lo hecho.
 
Existir es la batalla
diaria con lo que incita
es derribar la muralla
del ego que nos gravita.
 
Para por propio interés
sentir la fe que sostiene
uno es por lo que es
y jamás por lo que tiene.
 
Pues no existe otro factor
para ser nosotros mismos
que aquello que da el pudor
sin ajenos catecismos.
 
La diferencia es el modo
para escapar del rebaño
ser tesón y sobretodo
ser el pie nunca el peldaño.
 
Ernesto Cárdenas.

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