domingo, 15 de abril de 2018

Cada día es una vida...

Cada amanecer es el comienzo de una nueva vida que nos da Dios, es toda una existencia si se vive consciente de que cada minuto cuenta, de que cada movimiento del reloj nos abre una oportunidad para respirar y para actuar, porque desde el amanecer a la noche se dan todos los procesos para desarrollar una idea y para entender el sentido del mundo que nos rodea, hay precisamente un insecto llamado efímera que nace con el alba, se desarrolla y procrea durante el día para luego morir al caer la noche, o sea, que en un breve lapso de tiempo se encierra su total existencia, y con ese ejemplo de fugacidad de nuestros pasos por la tierra, con ese razonamiento nosotros los humanos debemos trabajar la vida que nos toca, y ver en cada día un renacimiento, un espacio como un milagro frente a nosotros, un regalo del cielo con cada salida del sol, o sea, tratar de hacer en 24 horas cada vez una existencia nueva, un alumbramiento inédito, una ecuación flamante para vivir muchos veces, para entender que en lo sucinto, en la limitación se puede hacer magia, se puede escribir la historia y tener una vida plena en el corto espacio de unas horas.

 
Hay un mundo en cada día
de una entelequia total
y un lapso fundamental
con propia cronología
un tesón en la porfía
del alma que pide más
que rompe con el compás
del conformismo y del sueño
para triunfar con su empeño
sin decir nunca jamás.

 
Porque un día es todo un rito
de nacer cada mañana
de sentir que se engalana
de luces nuestro infinito
es un comienzo bendito
de sentir como una esencia
otro modo a la excelencia
de entender el universo
en los renglones de un verso
que tiene cada existencia.

 
Es pensar que en algo breve
se puede encerrar la dicha
y jugar con esa ficha
del corazón que se atreve
a sembrar sobre la nieve
un clavel de bienvenida
a otro instante sin medida
del ocaso a las auroras
y entender que en pocas horas
puede vivirse una vida.

 
Ernesto Cárdenas.

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