que
pueden ser la noche o ser la aurora
que tocan
los extremos absolutos
del alma
en otro entorno que devora.
Son ecos
de una rabia o de una duda
son luces
de un fervor o de un delirio
son
rastros de un temor que nos anuda
la sombra
en su estertor como un martirio.
Hay celos
naturales y benditos
hay celos
que oscurecen los matices
hay celos
juguetones y bonitos
y hay
celos por antiguas cicatrices.
Hay celos
sin razones que son vanos
fantasmas
de inseguras realidades
tal vez
por conocernos como humanos
quizás
por ocultar debilidades.
Hay celos
que son flores del momento
algunos
que rebasan la medida
hay celos
pasajeros como el viento
y hay
celos que destruyen una vida.
Ernesto
Cárdenas.
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