sábado, 10 de febrero de 2018

El vanguardismo…2/10/2018.

Los poemas vanguardistas fueron un giro brusco, un salto al otro extremo de lo normal, de aquello conocido como poema clásico, para en una insurrección gramatical y de modelos visuales cambiar el concepto, asomar otra teoría diferente, maquinista, sin las palabras usadas en el romanticismo y en otras corrientes anteriores, tal vez por ser de aquella época luego de la primera guerra mundial se hizo pesimista, antinatural, y por rebuscar en lo distinto se hizo muchas veces incomprendida, por imposibles metáforas con palabras sin ton ni son, solo la salva el caligrama, esas formas que aunque no eran precisamente vanguardistas en sus orígenes les dio cierto interés literario, aunque al fin como nació se fue, aunque hoy quedan algunos rezagos en algunos poemas, a los cuales por faltarles claridad fueron perdiendo los motivos para ser leídos luego de los primeros años, el caligrama como dije antes, fue prácticamente, aparte de lo borroso del mensaje, una curiosidad literaria de aquellos momentos en las primeras décadas del siglo XX.

Y ahora mi poema…

El vanguardismo…

Luego de aquél modernismo
de innovaciones y rimas
se elevaron otras cimas
para otro nuevo bautismo
el llamado vanguardismo
que pregonaba otro esquema
otro total que se extrema
contra las formas de ayer
para insumiso tejer
los hilos de otro poema.

Otras letras arbitrarias
para eclipsar las razones
de los arcaicos blasones
de conciencias reaccionarias
de emociones lapidarias
que cumplidos sus destinos
quedaban cual pergaminos
en el rincón de otro ocaso
sepultando tras su paso
los metros alejandrinos.

Para dar grata secuencia
al reto de otro sistema
a uno libre que blasfema
contra el mundo y su apariencia
para mezclar con la ciencia
la cultura indefinida
en una hechura atrevida
sin criterio y sin estrofa
como una suerte de mofa
al ritmo y a la medida.

Desechando el sentimiento
y buscando otro motivo
uno abierto y decisivo
sin diseño y sin acento
en un terco experimento
sin frenos y sin censura
una especie de aventura
sin divisar el final
como un acto demencial
por otra literatura.

De políticas sociales
con rechazo por lo antiguo
en un devenir ambiguo
de confusos ideales
por rutas filosofales
sin claro significado
luchando como un cruzado
cuya fiebre lo devora
con furia provocadora
en contra de lo pasado.

Así saltó el vanguardismo
arando transformaciones
cosechando aberraciones
entre el cielo y el abismo
atado a su fatalismo
tras su imagen de progreso
volteando como un poseso
lo que no era de su gusto
sin importar fuera justo
su empeño en aquél obseso.

Su tesón por romper todo
aniquilar directrices
por secar en sus raíces
lo que fuera otro recodo
otro versar de otro modo
que no tuviera el aval
de aquello que argumental
amotinaba la idea
lanzándola a la odisea
de un acto experimental.

Con hondo sobrerrelismo
de menciones tendenciosas
saltando sobre las cosas
con un gris escepticismo
atando el materialismo
de sus rabias a los temas
a facciosos teoremas
de letras sin ton ni son
que rompieron la armazón
del orden de los poemas.

Fórmulas de independencia
de indóciles perspectivas
con tensiones destructivas
sin conteo ni cadencia
desechando aquello herencia
de los rapsodas pasados
de ese cultural legado
que hoy se mira y se agradece
pues de lejos resplandece
tras su rima y su dictado.

Fue un sueño totalitario
de políticas razones
que inventaron evasiones
con otro vocabulario
otro azar bibliotecario
de puntual escepticismo
recorriendo el ultraísmo
y toda aquella locura
de palabras sin mesura
que alcanzaba el ateísmo.

Un intento sin dudar
por retorcer el lenguaje
un audaz libertinaje
con ganas de dislocar
el verso ya familiar
a la costumbre ceñido
por acallar el sonido
de las rimas y sus tonos
y derribar de sus tronos
lo clásico conocido.

Tzara con el dadaísmo
oscureció el colorido
y Bretón trocó el  sentido
con su terco surrealismo
era un ismo otro ismo
de una evasión quimerista
de un poema maquinista
que al querer ser lo distinto
solo dejó un laberinto
donde gritó el anarquista.

Ernesto Cárdenas.

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