miércoles, 18 de julio de 2018

El fratricidio, un crimen entre hermanos...



Cain matando a Abel, pintura de Francisco de Goya.
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El fratricidio, ese acto que nos conmociona tanto pensando en la muerte de un hermano por otro, es más común que lo que parece en las personas y en los animales, ya se conoce desde antiguo el clásico ejemplo de Abel y de Caín, pero existen otros sucesos que dan fe de estos crímenes entre colactáneos, de esta forma antinatural de quitar a un hermano del medio por celos, por temores u otros motivos oscuros en el laberinto de la psiquis.
En la mitología antigua se conoce el caso de Rómulo y Remo, dos hermanos que fundaron Roma luego de ser amamantados por una loba llamada Luperca, y que terminó en tragedia cuando Rómulo mató a su hermano con una espada.
También en la mitología egipcia se conoce el caso del dios Osiris, muerto por su hermano Seth, que lo cortó en catorce pedazos y lo arrojó al Nilo.
Aunque en la realidad ya fuera de los mitos, se conocen muchos casos, y quien lea la historia del imperio otomano se dará cuenta que era normal que los hermanos de los sultanes fueran estrangulados por ser amenazas para el trono.
También es famoso el crimen cometido por César Borgia, hijo del papa Rodrigo Borgia contra su hermano Juan, que fue encontrado en las orillas de río Tíber con nueve puñaladas, y en donde hay numerosos elementos de sospechas para señalar a César como el autor del repugnante hecho.
O esa otra tragedia inca entre Atahualpa y Huáscar, donde por la ambición del primero se desató una rencilla, una guerra que luego terminará con una orden para el asesinato de su hermano de sangre Huáscar, precipitando luego su cuerpo a las aguas del río Yanamayo.
Estos actos de crímenes abominables parecen ser normales también entre los animales como una costumbre biológica más, no ya solamente desde la adultez plena, sino antes de ser nacidos.
La cuestión trató de explicarla Darwin mediante su teoría de la selección natural, donde el más apto triunfa siempre sobre el más débil, sean hermanos o no, tal vez esto choque con el creacionismo que pasa por alto las luchas entre hermanos nonatos, embriones que no han germinado pero que se tragan unos a otros, batallan a vida o muerte dentro del útero de la madre, y que luego al nacer el que domina da lugar a las anomalías científicas, como los niños con tumores o deformaciones congénitas, por tener en su interior un hermano parásito, un ser de su misma sangre que no tuvo desenvolvimiento para completar su forma y se adaptó a compartir dos vidas en un mismo cuerpo.
William Hamilton plantea una teoría interesante llamada “actitud inclusiva” que trata de explicar los comportamientos, los conflictos entre parientes, donde alguno se sacrifica, se deja matar para que se desarrolle el otro, como una inmolación genética, una entrega total  para ser devorado por el progreso del más capacitado que sobrevive.
En ciertos animales como en el tiburón tigre, matar a los hermanos dentro del vientre es un patrón establecido, es como si el más fuerte se alimentara de los menos aptos y tomara de alimento a sus hermanos, para nacer después solo y listo para la existencia entre los mares.
Es como una tendencia natural aunque aberrante, en los alcatraces del Pacífico es rutinario que el pichón mayor, el de más peso corporal mate a picotazos al polluelo menos fuerte, o simplemente lo lance fuera del nido para no tener competencia a la hora de ser alimentado.
Hay un ave, una que también tiene su escalón dentro del fratricidio, aunque en este caso es entre hermanastros, un ave que parece tener siempre un destino marcado dentro del mismo cascarón, y hablo del cuco real, donde la hembra busca siempre un nido ajeno para dejar un único huevo al que luego abandona, con la intensión de que otras madres cumplan el cometido de la alimentación.
Pues bien, este huevo del cuco encuba más rápido que los demás, y el pichón aún sin abrir los ojos se dedica a empujar los otros huevos al piso, a sacarlos del nido para que no germinen, para quedarse como único heredero del alimento, alimento que trae una madre que no se da cuenta que está dando de comer al asesino de sus vástagos originales.
Hay otros actos que sin ser asesinatos recuerdan esta tendencia, como en las monarquías, donde siempre el primogénito primaba sobre los otros hermanos nacidos después y despojados de privilegios, de escalar por el orden establecido.

Estas conductas en hombres y animales parece una doctrina establecida desde el génesis de la vida, por el instinto para el desarrollo en lucha por no perecer ante el medio circundante, donde en su libro “Rebeldes de nacimiento” Sulloway razona, y expone que existen factores fijos, como el orden de nacimiento, donde los primogénitos son más insumisos que sus hermanos que llegan después, y por lo tanto tienen ventajas para encumbrar.
En sus conferencias sobre el psicoanálisis, Freud especulaba con la idea del choque entre hermanos, a la que llamó “El complejo fraternal” donde siempre existe hostilidad por celos ya desde la infancia.
Y aunque parezca todo lo expuesto como sorprendente, como raro, es parte misma de la naturaleza, de esta existencia que vive de lo muerto, de esta manera animal que mata lo que respira para que respiren otros.
En fin, esto es solo un ensayo sobre el fratricidio sin dejar nada en la sombra.

Ernesto Cárdenas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Tristemente magnifica tu clara exposición de este tema del
cual, como bien dices, no se salva el reino animal ni el humano.
Las inseguridades, las físicas necesidades, de todo tipo, son un
canceroso flagelo sobre todo lo que palpita, teniendo vida.
Muy bueno tu escrito, no te ha quedado tinta en el tintero.
¡De todo corazón…te felicito!

Un cordial saludo…
Aurelia