sábado, 18 de agosto de 2018

La vergüenza...


La vergüenza es la bandera, es el oro de todo carácter y la demostración palpable de que se tiene decencia, es la parte genuina de adentro, la verticalidad moral y la ortodoxia.
Quien no conozca el rubor algo le falta, quien no sienta en un momento turbación no tiene dogma, algo lo eclipsa, lo inhabilita para una certidumbre, para una integridad, lo despoja de majestad de espíritu para un horizonte claro y para un canto.
Quien no sepa sonrojarse rompe la regla de la esencia, se aparta del mérito para una vida plena, para caminar erguido con su realidad, con su fortaleza y su amor propio.
La vergüenza es una emoción profundamente humana, es lo que impulsa o detiene las acciones, lo que nos hace pensar en el después, es la raíz y el entusiasmo para la marcha, para el paso cuando se da con transparencia y para soñar un sueño sin barnices.
La vergüenza no es parcialidad ni improcedencia, es simplemente lo justo, el centro y el equilibrio del decoro, es la abstinencia del lugar común y de la ramplonería, es tener sentimientos para saltar sobre lo banal y para evitar ser parte de una coreografía de sombras.
La vergüenza es la confianza en lo que nos rodea, lo que nos distingue y nos aparta de lo disoluto y de lo intemperante, es la tranquilidad del alma y es mirar sin temor en otros ojos.
La vergüenza es la balanza, es esa manera de tener colores, de andar sin contratiempos ni dobleces, la vergüenza es la turbación que se siente cuando hacemos lo incorrecto, cuando hay una alarma, una inquietud que nos sepulta el goce, la vergüenza es un don del cielo para respetarnos a nosotros mismos.

Ernesto Cárdenas

1 comentario:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo contigo!
Es un poema lleno verdades.
Y estoy en desacuerdo que la juventud es un permiso
para hacer lo incorrecto.
Es magnifica tu sabia pluma.

Un saludo
Aurelia