lunes, 26 de junio de 2017

Iván el terrible, Zar de Rusia...

Fue el primero de los déspotas rusos en hacerse llamar Zar, y tal vez uno de los más siniestros y crueles de la historia de ese oscuro y frío país, donde los tiranos han estado siempre presentes de alguna forma, llámese zarismo o comunismo, que es una variante de la hegemonía de un hombre sobre el gobierno, de la opinión de una sola persona sobre los pueblos, como lo fueron la familia de los Romanov, y más tarde Stalin en la ya desaparecida Unión Soviética.
Iván el terrible centralizó el poder en sus manos controlando a la nobleza, y dominando por medio del terror y del soborno a la iglesia para que estuviera de su lado, tenía una guardia llamada Oprichniki que recorría el país a sangre y
fuego,
atemorizando, torturando y empalando a miles de personas, como sucedió en la cuidad de Novgood y otra localidades, donde las víctimas se contaban por decenas de miles, luego conquistó a la fuerza otras naciones como Kazán y Astrakán y por último asesinó a su propio hijo con un bastón de hierro golpeándolo en la cabeza.

Y ahora les presento mi poema.

Entró en la historia por la puerta oscura
aquella de la sangre y del suplicio
con esa despiadada contextura
que arrastra el corazón al precipicio.

Desde su infancia maduró el horrible
sentido de lo torvo en su aspereza
por esa crueldad que inconmovible
desata de las almas la crudeza.

Con el peligro de tener a mano
poder extremo para romper todo
para pisar las cosas y lo humano
para lograr sus fines de algún modo


Tiempos brumosos de episodios rudos
de una autocracia que envolvió lo impío
de otro momento en que los actos crudos
dejaban en las rutas lo sombrío.

Rusia fue el centro de una acción que cruenta
empujó el salvajismo hasta la maña
de un zar que enfermo transformó en violenta
la ansiedad de un delirio sin entraña.

Tomó naciones y apuró el espanto
anduvo en rabias sin aplazamientos
cubrió la historia con dolor y llanto
sin sentir penas ni remordimientos.

Mató a su hijo en perturbada ira
de un golpe fiero en el rigor del yugo
que impuso a fuerza en el vigor que gira
y muestra la barbarie en el verdugo.

Fue un zar severo que marco el destino
para ser sombra medieval y dura
de una leyenda atroz, de un torbellino
de un despotismo cruel y una locura.

Ernesto Cárdenas.

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