El Barroco se situa entre los siglos XVll y XVlll, y es una corriente salida al
final del gusto, del periodo cultural llamado renacimiento. Surge en medio de
las guerras religiosas entre católicos y protestantes, en aquella contrareforma
contra el libre pensamiento, y en contra de diversas interpretaciones de la
Biblia no acorde con las ideas establecidas por la iglesia.
El Barroco se
basa en lo decorativo en todas sus manifestaciones, pero en lo decorativo en los
extremos, y se extendió con ese tono repujado a la arquitectura, que se puede
contemplar en las columnas, en las paredes de las iglesias de ese tiempo, en la
pintura, principalmente la conocida como “Tenebrismo” que muestra Caravaggio en
sus cuadros, siempre de fondo oscuro, como esa pintura llamada “David con la
cabeza de Goliat” o en “La crucificción de San Pedro” entre otras, luego en la
escultura sobresale Bernini, Algardi y Francois Girandon, en la Música muchos, y
en donde pongo como ejemplo a Bach, Vivaldi, y a Darío Castello, y por último se
expandió a la poesía, con Luis de Góngora como cabeza principal.
Y ya para
terminar la exposición del Barroco, mi poema.
El Barroco fue un
faccioso
hijo del renacimiento
diferente en un momento
que marcó lo
caprichoso
un afán por lo obstentoso
en todas sus vastedades
sus
nerviosas ansiedades
por el horror al vacío
que se extremó al
desafío
de las arbitrariedades.
Un mensaje recargado
de adornos en
cada empeño
en cada terco diseño
que buscaba un resultado
un rigor en
lo apretado
de atavíos a la vista
de tesón en cada arista
por resaltar
exteriores
para un mundo en los clamores
apremiantes del
artista
Que abordó en la arquitectura
su control sobre el espacio
y
en ese confín reacio
de no aceptar la mesura
de romper con la
cordura
del orden, de la impresión
de ser una aberración
frente a un
lugar que desierto
no estuviera bien cubierto
en su total
extensión.
Para alcanzar lo selecto
que era su real idea
la
obsesión en la odisea
de su apretado proyecto
para un gran golpe de
efecto
por ópticas conmociones
por asombro, reacciones
ante un tono
repujado
que diera certificado
al sueño y las emociones.
Fue un
exceso en lo compacto
en un esfuerzo de galas
un remolino de alas
para
lograr el impacto
por lo bello y por lo exacto
de su ruta imaginaria
de
aquella que autoritaria
en su intensión destacara
lo elegante y
resaltara
semejando una plegaria.
Como se ve en los poemas
de
Góngora y su manía
de usar la mitología
en raras estratagemas
para
publicar sus temas
con expresión culterana
aquella de filigrana
que
acicalaba la frase
y demostrara su clase
en la lengua
castellana.
En esa de hipérbatones
de anáfora y metonimia
para
lograr una alquimia
de tropos y sensaciones
en las argumentaciones
de
razones legendarias
de intenciones luminarias
plasmadas en el papel
que
anegaban el nivel
de imágenes literarias.
También la música
rota
hacía otra composición
con una renovación
más intensa y más
devota
en lo grave de su nota
donde nace contextual
la ópera
coloquial
en un modo que delata
otro rol en la
sonata
más coherente y funcional.
Fue en tiempos de la reforma
en
luchas de religiones
donde chocan emociones
para un giro de la
norma
para romper con la horma
y dar paso a otra corriente
a otra ruta
diferente
en un reto por lograr
otra regla y señalar
los alcances de la
mente.
Todo fue algo personal
de cada cual el mensaje
para armar un
engranaje
que era rito individual
algo propio, radical
en su idea y la
completa
vocación de esa repleta
pasión tras la persistencia
para darle
refulgencia
a su obra y a su meta.
Que hoy la vemos apretada
en la
ambiciosa manera
de ser una tesonera
vehemencia por la fachada
por
buscar en la mirada
ajena la comprensión
esa amable aceptación
de su
arte clamoroso
que nunca tuvo reposo
para la regulación.
Para un
variar la rutina
de atiborrar el entorno
de concentral el adorno
de su
estilo en cada esquina
en cada lado en que obstina
para soltar
tempraneras
las alas de sus quimeras
como un vicio o una maña
o un
ardor que lo acompaña
a nunca tener fronteras.
Y así se marchó el
barroco
natural como un suspiro
para dar sesgo a otro giro
que emergía
poco a poco
a otro rumbo sin sofoco
que anunciaba otro modismo
otro sin el fanatismo
para tejer otro
hilo
y otro curso en un estilo
que hoy llamamos clasicismo.
Ernesto
Cárdenas
martes, 13 de junio de 2017
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario